domingo, 27 de diciembre de 2009

Teresa de Jesús: un modo femenino de acompañar...


-->Teresa tiene que enfrentarse con una experiencia nueva que desborda los límites de su conocimiento. No sabe ni contarla, no tiene referentes para poderla nombrar y reconocer. No cuenta con recursos para diferenciar sus engaños de la verdad de lo que se le está dando a conocer… Ella lo describe así:

"Acaecióme a mí una ignorancia al principio, que no sabía que estaba Dios en todas las cosas, y como me parecía estar tan presente, parecíame imposible. Dejar de creer que estaba allí no podía, por parecerme casi claro había entendido estar allí su misma presencia. Los que no tenían letras me decían que estaba sólo por gracia. Yo no lo podía creer; porque - como digo - parecíame estar presente, y así andaba con pena (V 18, 15)

Tenía yo algunas veces - como he dicho -, aunque con mucha brevedad pasaba, comienzo de lo que ahora diré. Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo - que he dicho - y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en Él. Esto no era manera de visión; creo lo llaman mística teología. Suspende el alma de suerte, que toda parecía estar fuera de sí; ama la voluntad; la memoria me parece está casi perdida; el entendimiento no discurre - a mi parecer - mas no se pierde; mas - como digo - no obra, sino está como espantado de lo mucho que entiende; porque quiere Dios entienda que de aquello que Su Majestad le representa, ninguna cosa entiende." (V 10, 1)


fuente: Teresa de Jesús, un modo femenino de acompañar

sábado, 19 de diciembre de 2009

Últimos momentos...


En la fundación del convento de Burgos, que fue la última, las dificultades no escasearon.


En julio de 1582, cuando el convento estaba ya en marcha, Santa Teresa tenía la intención de retornar a Avila, pero se vio obligada a modificar sus planes para ir a Alba de Tormes a visitar a la duquesa María Henríquez. La Beata Ana de San Bartolomé refiere que el viaje no estuvo bien proyectado y que Santa Teresa se hallaba ya tan débil, que se desmayó en el camino. Una noche sólo pudieron comer unos cuantos higos. Al llegar a Alba de Tormes, la santa tuvo que acostarse inmediatamente.


Tres días más tarde, dijo a la Beata Ana: "Por fin, hija mía, ha llegado la hora de mi muerte". El P. Antonio de Heredia le dio los últimos sacramentos y le preguntó donde quería que la sepultasen. Teresa replicó sencillamente: "¿Tengo que decidirlo yo? ¿Me van a negar aquí un agujero para mi cuerpo?" Cuando el P. de Heredia le llevó el viático, la santa consiguió erguirse en el lecho, y exclamó: "¡Oh, Señor, por fin ha llegado la hora de vernos cara a cara!"


Santa Teresa de Jesús, visiblemente transportada por lo que el Señor le mostraba, murió en brazos de la Beata Ana a las 9 de la noche del 4 de octubre de 1582.
fuente: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant (extracto)

viernes, 11 de diciembre de 2009

Las devociones de Santa Teresa siendo niña


"Hacía limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y así nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios, como que éramos monjas, y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho".

lunes, 7 de diciembre de 2009

Predicando...


"... Iban a predicar a muchos lugares, que están por allí comarcanos sin ninguna doctrina (que por esto también me holgué se hiciese allí la casa; que me dijeron, que no había cerca monasterio), ni de dónde tenerla, que era gran lástima. En tan poco tiempo era tanto el crédito que tenían, que a mí me hizo grandísimo consuelo cuando lo supe. Iban, como digo, a predicar legua y media, dos leguas, descalzos (que entonces no traían alpargatas, que después se las mandaron poner), y con harta nieve y frío; y después que habían predicado y confesado, se tornaban bien tarde a comer a su casa. Con el contento, todo se les hacía poco. De esto de comer tenían muy bastante, porque de los lugares comarcanos los proveían más de lo que habían menester..."


(Santa Teresa de Jesús. El Libro de las Fundaciones. Ediciones del Carmelo)

sábado, 28 de noviembre de 2009

Vuestra soy, para Vos nací...


Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criastes,
Vuestra, pues me redimistes,
Vuestra, pues que me sufristes,
Vuestra, pues que me llamastes,
Vuestra, porque me esperastes,
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma,
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas y afición;
Dulce Esposo y redención
Pues por vuestra me ofrecí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida:
Dad salud o enfermedad,
Honra o deshonra me dad,
Dadme guerra o paz crecida,
Flaqueza o fuerza cumplida,
Que a todo digo que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
Dad consuelo o desconsuelo,
Dadme alegría o tristeza,
Dadme infierno, o dadme cielo,
Vida dulce, sol sin velo,
Pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
Sí no, dadme sequedad,
Si abundancia y devoción,
Y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
Sólo hallo paz aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabiduría,
O por amor, ignorancia,
Dadme años de abundancia,
O de hambre y carestía;
Dad tiniebla o claro día
Revolvedme aquí o allí
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando,
Quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
Morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para Vos nací
¿Qué mandáis hacer de mí?

jueves, 19 de noviembre de 2009

Virtudes de Santa Teresa


Entre las virtudes de Teresa, brilló con luz propia la caridad divina. Este amor se fue avivando en ella gracias a las innumerables visiones y revelaciones con que Cristo la favoreció. Una vez el Señor la tomó por esposa. En otra ocasión Teresa vio un ángel que con un dardo encendido le transverberaba el corazón. De resultas de estas mercedes celestiales, sintió la Santa tan abrasadamente el amor divino en las entrañas, que, inspirada por Dios, emitió el voto, difícil en extremo, de hacer siempre lo que ella creyese más perfecto y para mayor gloria de Dios”.


(Gregorio XV, Bula de canonización).

lunes, 16 de noviembre de 2009

Bibliografía: Teresa de Ávila o el Placer Divino


Cuando Teresa de Avila (1515-1562) vino al mundo, España vivía su "siglo de oro". Fresca en la memoria estaba la conquista de las Indias y la expulsión de los moros de la península. El poder de la Inquisición aún se dejaba sentir con fuerza, por lo que no extraña que el padre de la futura reformadora del Carmelo ocultara sus orígenes judíos. De él, ella heredó el interés por la lectura y el gusto por el refinamiento; de su madre, de origen español, la belleza. Con un tono ameno, esta bien documentada biografía se adentra en la vida de una monja que se entregó con pasión al amor de Dios.


Elisabeth Reynaud, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 2000, 311 págs.
(Librería World Book Centre, Alto Las Condes, local 2030, $ 10.801)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Teresa de Jesús. modo de acompañar...


Experimenta y sufre a un Dios que también la sufre a ella… Padece la pasión por Dios y la pasión por lo de Dios, pero le afecta mucho más esa historia persistente de salvación que Dios se empeña en hacer con ella:


¡Oh bondad infinita de mi Dios, que me parece os veo y me veo de esta suerte! ¡Oh regalo de los ángeles, que toda me querría, cuando esto veo, deshacer en amaros! ¡Cuán cierto es sufrir Vos a quien os sufre que estéis con él! ¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío! ¡Cómo le vais regalando y sufriendo, y esperáis a que se haga a vuestra condición y tan de mientras le sufrís Vos la suya! ¡Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidáis lo que os ha ofendido! (V8,6)

jueves, 5 de noviembre de 2009

Lugares de Ávila: los cuatros postes...


En las afueras de la ciudad se encuentra un lugar denominado Los Cuatro Postes. Se trata de un humilladero del siglo XVI erigido como hito de romería.

La construcción se alza sobre un podium con cuatro columnas dóricas y en el interior se levanta una cruz de granito. La tradición cuenta que allí don Pedro encontró a sus sobrinos Teresa de Cepeda (Sta. Teresa) y a su hermano Rodrigo cuando, siendo niños, huían a tierra de moros buscando el martirio.

Es un excelente mirador desde el que se contempla una de las mejores perspectivas de Ávila. Miguel Delibes lo refleja en varias ocasiones en su obra La sombra del ciprés es alargada
.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Teresa de jesús, narradora de experiencias


Quince de octubre de 2008 en Avila, aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, conocida en el mundo entero también con el título de Santa Teresa de Avila.

¿Qué recordar aquí y ahora de su persona y de su quehacer, de su significación histórica en una sociedad que ha cambiado tanto desde el siglo XVI hasta nuestro tiempo? Europa, y la cultura del mundo occidental, han pasado por la Ilustración, la Revolución francesa y otras revoluciones culturales, sociales y religiosas. Y ahora, basándose en la ambigua idea del “progreso”, algunos políticos quieren prescindir de las raíces cristianas que han configurado la mentalidad europea desde el siglo IV, fusionadas con la tradición cultural de Grecia, Roma y la de los pueblos mal llamados “bárbaros”. Este giro copernicano de la historia choca violentamente con lo que Teresa de Jesús vivió, experimentó y expresó en sus obras completas.

Teniendo en cuenta la situación de nuestra cultura, ¿qué puede enseñar Teresa a los hombres de nuestro tiempo que viven en la nueva Europa? Ella seguirá pregonando desde su cátedra de papel los grandes valores del humanismo cristiano, las profundas verdades del Evangelio de Jesucristo, sus experiencias humanas, religiosas y místicas. Éste es no sólo el problema de fondo, sino el fondo del problema: Teresa no sabe exponer ideas, decir absolutamente nada, sin referencia a su propio yo, a lo que está viviendo en el momento de escribir, tanto sobre su vida interior como lo que acontece en lo exterior. Teresa es única y exclusivamente una cronista, una excelente narradora de acontecimientos como testigo de vida, de sentimientos, de experiencias. Teresa es solamente historiadora. Ahí reside la enorme atracción que suscita en los lectores, su interés por seguir leyendo, si están interesados en la búsqueda de lo real, de lo auténtico, lo que aconteció. Teresa pudo escribir novelas, pero no lo hizo; sólo narró su vida y la de sus contemporáneos.

Puesta esta premisa, la argumentación corre sola y las conclusiones se evidencian leyendo sus obras sin prejuicios. El que lea sus obras completas, se encontrará con Santa Teresa de Jesús, porque antes de ser santa no ha escrito nada. Pero descubrirá también el substrato más profundo de lo real, el Dios trascendente, el Cristo Dios y hombre, la Iglesia pueblo de Dios, verdades y valores fundamentales, los únicos que dan sentido a su vida. Por todo ello, Teresa es una aventurera, una exploradora de mundos desconocidos en época de descubrimientos. Desarraigada de esos supuestos, Santa Teresa de Jesús se convierte en una Doña Teresa de Cepeda y Ahumada, ciudadana abulense perdida en la historia del siglo XVI, sin llenar ni una sola página de las crónicas de su tiempo.

Admitidos estos valores, el lector encontrará también en los escritos de Santa Teresa (Vida, Fundaciones, Camino de perfección, Moradas...) una prosa limpia, transparente, única en la literatura universal, porque es como agua abundante que nace directamente del manantial, sin contaminar. El lenguaje de Teresa brota a borbotones como el magma caliente de un volcán y anega las ideas y sentimientos del lector. Ese milagro de la lengua teresiana se hace posible porque es una narración auténtica, sencilla y humilde, de la verdad de una vida, la realidad de una historia, la experiencia interior de Teresa y la historia de su tiempo. Sus obras escritas son su dibujo integral, toda ella. Los aditamentos culturales, los préstamos de los otros, abundantes en ciertas páginas, están asimilados, pero reciclados por su experiencia interior. El precipitado final es Santa Teresa de Jesús.


Pero el problema no está en lo que ella enseña, sino en lo que el lector moderno puede y quiere asimilar y que obliga a preguntarnos: de todo el mensaje teresiano, ¿qué llega a los lectores modernos? Ella habla a todos en el mismo lenguaje que oyó en su hogar abulense. Pero aunque su lengua y su mensaje son idénticos para todos los lectores, cada uno lo capta, lo asimila y se aprovecha de ellos de manera diferente. Su doctrina se arroja al viento como simiente volandera para que la recojan los lectores a su manera. Seguramente todos se aprovecharán de este rico festín. Los que se han alejada de Dios y de lo religioso siendo antes creyentes, los ateos prácticos, militantes o pacíficos, los agnósticos, los indiferentes, los que reniegan positivamente de sus raíces cristianas, de su ser creyente, y se han pasado al bando laicista de manera militante, los que siguen fieles a su proyecto cristiano sin fanatismos y que tienen sed de Dios, etc. A todos ellos santa Teresa de Jesús nos sigue narrando las experiencias más profundas de su vida y de su siglo.
DANIEL DE PABLO, Carmelita descalzo. La Santa.

martes, 27 de octubre de 2009

Santa Teresa habla de San Pedro de Alcántara


Esto decía Santa Teresa de Ávila de San Pedro de Alcántara:

"Me dijo que en los últimos años no había dormido sino unas poquísimas horas cada noche. Que al principio su mayor mortificación consistía en vencer el sueño, por lo cual tenía que pasar la noche de rodillas o de pie. Que en estos 40 años jamás se cubrió la cabeza en los viajes aunque el sol o la lluvia fueran muy fuertes. Siempre iba descalzo y su único vestido era un túnica de tela muy ordinaria. Me dijo que cuando el frío era muy intenso, entonces se quitaba el manto y abría la puerta y la ventana de su habitación, para que luego al cerrarlas y ponerse otra vez el manto lograra sentir un poquito más de calor.




Estaba acostumbrado a comer sólo cada tres días y se extrañó de que yo me maravillase por eso, pues decía, que eso era cuestión de acostumbrarse uno a no comer. Un compañero suyo me contó que a veces pasaba una semana sin comer, y esto sucedía cuando le llegaba los éxtasis y los días de oración más profunda pues entonces sus sentidos no se daban cuenta de lo que sucedía a su alrededor.




Cuando yo lo conocí ya era muy viejo y su cuerpo estaba tan flaco que parecía más bien hecho de raíces y de cortezas de árbol, que de carne. Era un hombre muy amable, pero sólo hablaba cuando le preguntaban algo. Respondía con pocas palabras, pero valía la pena oírlo, porque lo que decía hacía mucho bien".

jueves, 22 de octubre de 2009

Del Castillo Interior...


"Oh Dios mío y misericordia mía!, ¿qué haré para que no deshaga yo las grandezas que Vos hacéis conmigo? Vuestras obras son santas, son justas, son de inestimable valor y con gran sabiduría, pues la misma sois Vos, Señor. Si en ella se ocupa mi entendimiento, quéjase la voluntad, porque querría que nadie la estorbase a amaros, pues no puede el entendimiento en tan grandes grandezas alcanzar quién es su Dios, y deséale gozar y no ve cómo, puesta en cárcel tan penosa como esta mortalidad. Todo la estorba, aunque primero fue ayudada en la consideración de vuestras grandezas, adonde se hallan mejor las innumerables bajezas mías".
Santa Teresa de Jesús

jueves, 15 de octubre de 2009

Fiesta de Santa Teresa de Jesús


Teresa de Ahumada nació en Ávila, el 28 de marzo de 1515.
Desde sus más breves años comenzó a sentir mística exaltación, y a los 7 años huyó de su casa con un hermano, para ir a buscar martirio.
Vuelta al hogar, a los doce años pasó por el dolor de perder a su madre, lo que la afectó en extremo y pareció decidir su vocación religiosa.
A los 16 años entró en el convento de Santa María de Gracia, llevada por su padre a causa de sus malas frecuentaciones, entre ellas la de una su prima, y de las exageradas lecturas de libros de caballerías.
El tres de noviembre de 1534, a los 19 años de edad, profesó en el convento de la Encarnación de Ávila. Poco después cayó gravemente enferma y su padre la llevó a baños minerales: sentía los primeros síntomas de sus neurosis.
En 1537, en casa de su padre, sufrió un ataque de parasismo, y durante dos años estuvo paralítica.
Curó, y durante bastantes años su fe anduvo bastante entibiada, hasta que volvió al pasado ardor religioso por que, según dice ella, Cristo se le apareció con airado semblante.
Entonces creyó que la causa de su frialdad provenía de su demasiado frecuente trato con seglares, y resolvió reformar la orden del Carmelo, a la cual pertenecía, y fundar religiones de monjas descalzas y enclaustradas.
Hora era de que llegaran estas reformas, pues la orden estaba del todo relajada. En su empresa tuvo grandes dificultades que vencer, pero le ayudaron eficazmente una de sus hermanas, otros parientes, varios señores piadosos y la duquesa de Alba.
Sus principales obras son en prosa: amenas unas veces, especiosas otras, son pruebas de que la santa, que tanto se queja en ellas de su falta de letras, era una gran estilista. En cuanto a sus poesías, fueron compuestas en ciertos momentos de mayor ardor místico, por la que ella decía que la Divinidad se las inspiraba.
La última de las que aquí damos, el popular soneto, es también atribuido a San Juan de la Cruz. El espíritu de este soneto parece, en efecto, de la santa, pero su forma parece más bien de su gran amigo.
Santa Teresa murió, después de realizada su obra de reforma, el 4 de octubre de 1582, a los sesenta y siete años.

domingo, 11 de octubre de 2009

Propósitos y deseos para vivir Las Moradas



1- Tome la decisión de llevar una vida espiritual.

2- Sepa que Dios le está esperando desde siempre.

3- Examine cuál es la imagen que tiene de Dios.

4- Dedique un tiempo para estar consigo mismo.

5- Acepte su vida pasada y pida perdón a Dios de sus errores.

6- Repase su vida presente.

7- Acuda, si lo ve conveniente, a los sacramentos. Son las medicinas para el camino, en especial la Eucaristía y la Reconciliación.

8- Procure no hacer daño grave a nadie.

9- Rece algunas oraciones con los labios y el corazón, sobre todo el Padrenuestro.

10- No haga nada extraño, pero llene su vida de un cierto sabor espiritual.

11- Renuncie a buscar el dinero o el poder como meta de la vida.

12- Entre al castillo sin miedo y tome a Jesucristo como guía.
fuente: Comunidad de Santa Teresa

jueves, 8 de octubre de 2009

La soledad de estar ausente de Dios...



La soledad de estar ausente de Dios


Teresa reproduce, con expresiones casi calcadas de Juan de la Cruz, el estado anímico y espiritual de quien siente la soledad de no poseer plenamente a Dios. En un primer nivel le basta considerar que él se encuentra en todas las cosas. Pero cuando el amor aumenta o se acrecienta la sensación de soledad, de nada le sirve esa consideración porque el entendimiento y la razón pierden claridad y sensatez. Tan sólo sabe que está ausente de Dios y que no existe ninguna otra salida sino de quien le hace experimentar esas ansias de amor. En una bella expresión nos dice Teresa que no se admite consejo ni consuelo sino de quien la llagó. Tiene la certeza que únicamente él puede sanar la herida que abrió. Mientras tanto, el mayor bien y el mejor gozo para el alma consiste en sobrellevar por amor esa ausencia.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Características físicas de Santa Teresa


Su confesor, Francisco de Ribera, trazó así el retrato de Teresa:

Era de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después de vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro redondo y lleno, de buen tamaño y proporción; la tez color blanca y encarnada, y cuando estaba en oración se le encendía y se ponía hermosísima, todo él limpio y apacible; el cabello, negro y crespo, y frente ancha, igual y hermosa; las cejas de un color rubio que tiraba algo a negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas; los ojos negros y redondos y un poco carnosos; no grandes, pero muy bien puestos, vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban alegría, y por otra parte muy graves, cuando ella quería mostrar en el rostro gravedad; la nariz pequeña y no muy levantada de en medio, tenía la punta redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas de ella arqueadas y pequeñas; la boca ni grande ni pequeña; el labio de arriba delgado y derecho; y el de abajo grueso y un poco caído, de muy buena gracia y color; los dientes muy buenos; la barba bien hecha; las orejas ni chicas ni grandes; la garganta ancha y no alta, sino antes metida un poco; las manos pequeñas y muy lindas.


En la cara tenía tres lunares pequeños al lado izquierdo, que le daban mucha gracia, uno más abajo de la mitad de la nariz, otro entre la nariz y la boca, y el tercero debajo de la boca. Toda junta parecía muy bien y de muy buen aire en el andar, y era tan amable y apacible, que a todas las personas que la miraban comúnmente aplacía mucho.




jueves, 2 de julio de 2009

Valoración sobre El Éxtasis de Santa Teresa


"La expresión de la Santa en pleno arrebato místico, constituye una de las más grandes realizaciones de todo el arte barroco".


Algunos críticos modernos han apuntado a que las experiencias religiosas que derivan en una especie de síncope apuntan más a fenómenos orgásmicos velados que a encuentros espirituales; en particular, la postura del cuerpo y la expresión facial de santa Teresa ha hecho que algunos atribuyan su experiencia a un momento climático.


En lugar de ello, parece que Bernini intentaba expresar el equivalente físico y la expresión facial de un estado de alegría divina, y el resultado sin un coma transfigurado, el llamado Sueño de Dios, común entre los místicos. No habría sido inusual para devotos practicantes de misa diaria, como Bernini, pasar varias horas en oración todos los días. Los místicos como Teresa rezarían durante días, a menudo sin comer, para alcanzar tales visiones.


Esta capilla escenográfica unifica los temas de toda una vida tratados por Bernini. Fiel al sentimiento barroco, ilustra un momento en el que la divinidad entra en un cuerpo mortal. Irving Lavin dijo la transverberación se convierte en un punto de contacto entre la tierra y el cielo, entre la materia y el espíritu. Pero la dicotomía irónica contenida dentro del concepto en esta obra de arte va más allá al unir alegría y dolor en la expresión de Teresa y en la conjunción de los rayos dorados con la piedra ondulada.


La unidad de arquitectura, teatro, y escultura que se encuentra en este complejo es también un rasgo barroco, con el Espíritu Santo como un baño de luz o guiado por los rayos dorados que enmarcan la estatua y provienen de las ventanas en la parte superior de la capilla, lo que permite al cielo entrar en la iglesia.


Los efectos son teatrales, incluyendo el discurso que la santa sugiere flanqueada por el linaje de los Cornaro. Los detalles de querubines alrededor de la santa pueden repeler a un minimalista secular, pero abundan en la idea de que estamos viendo un momento del tiempo en el que Dios ha entrado en el alma de una mujer, si no atravesado literalmente su cuerpo.


Para añadirle dinamismo, Bernini ha trabajado la piedra en olas de tela, evocando el terremoto espiritual que rodea a Teresa, y profanando la inmeculada concepción pétrea del mármol virginal. Un viento divino agita la ropa del ángel. Éste sonríe casi travieso. La nube sin pulir parece casi superflua; la ropa de Teresa parece que la basta en su levitación. "Un efecto luminoso hace que las imágenes parezcan suspendidas en el aire".

fuente: wikipedia.com

viernes, 5 de junio de 2009

La Cruz


En la cruz esta la vida

Y el consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


En la cruz esta el Señor

De cielo y tierra

Y el gozar de mucha paz,

Aunque haya guerra,

Todos los males destierra

En este suelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


De la cruz dice la Esposa

A su Querido

Que es una palma preciosa

Donde ha subido,

Y su fruto le ha sabido

A Dios del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es una oliva preciosa

La santa cruz,

Que con su aceite nos unta

Y nos da luz.

Toma, alma mía, la cruz

Con gran consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es la cruz el árbol verde

Y deseado

De la Esposa que a su sombra

Se ha sentado

Para gozar de su Amado,

El Rey del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


El alma que a Dios está

Toda rendida,

Y muy de veras del mundo

Desasida

La cruz le es árbol de vida

Y de consuelo,

Y un camino deleitoso

Para el cielo.


Después que se puso en cruz

El Salvador,

En la cruz esta la gloria

Y el honor,

Y en el padecer dolor

Vida y consuelo,

Y el camino mas seguro

Para el cielo.
SANTA TERESA DE JESÚS

jueves, 28 de mayo de 2009

miércoles, 20 de mayo de 2009

Efemérides: 20 de mayo


1562. Coloquio de Sta. Teresa de Jesús con S. Pedro de Alcántara: "En este tiempo, escribe Sta. Teresa de Jesús, fue el Señor servido viniese (Fr. Pedro de Alcántara a casa de Dña. Luisa). Aconseja la pobreza de la fundación"... Con este parecer yo determiné no andar buscando otros". "Me dijo el Señor que en ninguna manera dejase de hacerla pobre... "Ibañez cambia de parecer. (La Ref. Ter. PP. Tomás de Jesús y Simeón de la Sagrada Flia. ocd.)


Fuente: Miguel Angel Lecumberri,

martes, 19 de mayo de 2009

¿Hacer rezar?


Santa Teresa comienza el libro de su Autobiografía con un grato reconocimiento al testimonio de sus padres.”El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastará, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena. Era mi padre aficionado a leer buenos libros. Con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad – a mi parecer- de seis a siete años.Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas”.

lunes, 11 de mayo de 2009

Un gran carácter...


Bondadosa, tierna, graciosa en sus dichos, pero también madura e intuitiva, Teresa se hacía amar. Para ella la alegría era imprescindible en el cristiano. Y procuraba contagiarla. Bella, inteligente y santa mujer, dotada de un gran equilibrio en su trato humano y llena de sentido común. No dudó en increpar a una priora que se había baldado por hacer excesiva penitencia. Era muy realista.No quería monjas tontas aunque piadosas. Consideraba que la madurez de juicio era más importante que la piedad. La piedad se puede aprender. Pero si le llegaban monjas no inteligentes (no maduras) no estarían dispuestas a aprender y a enmendarse de sus errores. Una persona inteligente es humilde, decía.Por eso, a una madre que alababa las dotes de oración de su hija, para que la admitiese en el convento, Teresa le preguntó: “¿Es también inteligente? Aquí podemos dar nosotras lecciones de piedad; pero no conocemos el medio de dar inteligencia” (Sackville-West; Nigg).

miércoles, 6 de mayo de 2009

Santa Teresa y el sentido común...


Hace unos días visitaba el Convento de las Madres Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, fundado por Diego Fecet en el siglo XVII, y tenía la oportunidad de compartir con sus monjas un rato navideño muy agradable en el que hablamos de todo pero, sobre todo, volvimos a hablar de lo que ciertamente tiene importancia, porque muchas veces nos ocupa preferentemente lo superfluo, lo que tiene menos valor. Y, además, volví a ver la magnifica talla de Gregorio Fernández, descubierta, estudiada y publicada en un magnífico trabajo por mi mujer, una imagen que invita a hacer un alto en el camino y apostar por valores como el sentido común, el realismo y el tacto. Apostar por esos valores que caracterizaron a la santa contemplativa pero comprometida en la acción, organizadora capaz, maestra del sentido común, el tacto, la inteligencia y el humor. Esta Teresa de Jesús, proclamada doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970, es la autora además de un largo conjunto de escritos que los estudiosos de la literatura española consideran como una “obra maestra de la prosa española”.
Y, al hilo de tantas cosas, de tantas historias, de tantas evidencias, podemos sacar buenos motivos para pensar en estas vísperas de Reyes, recuperar magníficos textos que nos asombrarán por su actualidad. Y lo quiero hacer como un regalo propio de estas fechas en el que todos nos proponemos mejorar, aunque no quiero negar que –en el fondo– sólo pretende ser un humilde homenaje a una de nuestras santas de verdad, identificadas con la santidad como servicio y generosidad. Por eso, en vísperas de la noche de la ilusión, meditemos un poco sobre una idea que defendía la santa avulense cuando elegía novicias, a las que antes que la piedad les exigía inteligencia. Es decir, quería encomendar el trabajo de construir un mundo nuevo a personas equilibradas y maduras, porque sabía que es más fácil adquirir la piedad que la madurez de juicio. Mientras admiramos la inteligencia de la santa carmelita, meditamos sobre lo que escribe, y siempre habrá hombres y mujeres que podrán aprender de sus recomendaciones, quizás hasta llegar a comprender que la humildad es una de las mejores compañeras de viaje.

“Una persona inteligente es sencilla y sumisa, porque ve sus faltas y comprende que tiene necesidad de un guía. Una persona tonta y estrecha es incapaz de ver sus faltas, aunque se las pongan delante de los ojos; y como está satisfecha de sí misma, jamás se mejora

lunes, 4 de mayo de 2009

"Nosotros creemos"


¡Tenga quien quisiere cuidado de pedir ese pan; nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos recibir el nuestro pan celestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se pueden deleitar en mirarle por estar tan encubierto, se descubra a los del alma y se le dé a conocer, que es otro mantenimiento de contentos y regalos y que sustenta la vida! Yo conozco una persona que habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba? Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del fariseo. Y aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaba bien allí. Porque, si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otros pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué le ir a buscar en otra parte mas lejos; sino que, pues sabemos que mientras no consume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotros el buen Jesús, que nos lleguemos a El. Pues, si cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa?

martes, 31 de marzo de 2009

Santa Teresa y las benditas ánimas del Purgatorio


Santa Teresa sentía gran compasión por las almas del Purgatorio, y las asistió todo lo que pudo mediante sus oraciones y buenas obras. Como recompensa, Dios le mostró a menudo las almas a las que ella se había dedicado, y las vio en el momento de liberarse de sus sufrimientos y entrar a los Cielos. En general, ellas surgían del seno de la tierra. A continuación transcribimos algunas de sus visiones en sus propias palabras:

"He recibido información - escribe ella - sobre un religioso que previamente había sido Provincial de una provincia y luego de otra. Lo conocí a él en ocasión de haber recibido un gran servicio suyo; esto me causó gran inquietud, si bien este hombre era recomendable por sus muchas virtudes. Estuve preocupada por la salvación de su alma, ya que él había sido Superior por espacio de veinte años y siempre temí mucho por quienes fueron encargados del cuidado de las almas. Así preocupada, fui a un oratorio y convoqué a Nuestro Divino Señor para aplicar a este religioso el poco bien que yo había hecho en mi vida; y proveer el resto mediante Sus méritos infinitos, para que esta alma pudiera liberarse del Purgatorio.


Mientras suplicaba esta gracia con todo el fervor del que era capaz, vi sobre mi costado derecho a esta alma venir desde las profundidades de la tierra y ascender a los Cielos en feliz transporte de alegría. Aunque el sacerdote era de edad avanzada, aparecía ahora ante mí con las características de un hombre que no llegaba a los treinta años, y un semblante resplandeciente de luz.

Esta visión, aunque breve, me dejó colmada de alegría, y sin la menor sombra de duda en cuanto a la veracidad de lo que había visto.

Cuando estuve lejos del lugar donde este siervo de Dios había terminado sus días, unos días antes yo me había enterado de los pormenores de su edificante muerte. Todos aquellos que fueron testigos, pudieron ver con admiración cómo el preservó su conciencia hasta último momento, mientras derramaba lágrimas y los sentimientos de humildad que expresara esta alma a Dios".

"Una religiosa de mi comunidad, gran sierva de Dios, había fallecido hacía menos de dos días. Estábamos recitando el Oficio de los Muertos en coro dedicándoselo a ella, una hermana leía el texto y yo estaba parada para decir el versículo. Por la mitad del oficio se me apareció el alma de esta religiosa llegando desde las profundidades de la tierra, tal como el caso que relaté antes, y se fue al Cielo".

"En este mismo monasterio murió, a la edad de 18 o 20 años, otra religiosa, un verdadero modelo de fervor, constancia y virtud. Ella soportó pacientemente una vida llena de sufrimientos. Yo no dudaría que, después de una vida así, tendría méritos suficientes para ser eximida del Purgatorio. Sin embargo, durante el Oficio, y antes del entierro, vi el alma de ella surgir de la tierra y elevarse al Cielo".

Así como en el caso de Santa Teresa, muchos Santos se preocuparon por el rescate de las benditas almas. Entre ellos, por citar algunos ejemplos, tenemos a: San Luís Bertrand, Santa María Magdalena de Pazzi, Santa Catalina de Génova, Santa Francisca Romana, Santa Liduvina de Schiedam, San Gregorio Magno, Santa Perpetua, el Papa Inocencio III, Santa Catalina de Suecia, San Hugo de Cluny y muchísimos otros.

Cuando una persona dedica tiempo y oraciones a pagar por las benditas almas, está cumpliendo con todos los mandatos de la caridad: visitando a los presos y a los enfermos, dando agua al sediento, comida al hambriento, etc.

Los Santos comprendieron esto, y sintieron una profunda compasión por esas almas que necesitaban de la ayuda de quienes aún podemos ofrecer actos de virtud y reparación que les aliviane la carga y que sin tal ayuda ellas deberán pagar con años sino siglos de sufrimientos.

lunes, 23 de marzo de 2009

Por amor a Cristo...


Teresa amaba mucho a sus padres -don Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila y Ahumada- y formaba, junto con sus hermanos, un batallón de doce hijos. Entre ellos, Rodrigo, el más cercano en edad, era su compañero de juegos infantiles. Impresionados por las vidas de los santos, ambos trataron de escapar de la casa (tenía Teresa 7 años), para ir a tierras de moros, a que los “descabezasen por Cristo”. Pero fueron interceptados por un tío que los envió de vuelta al hogar.
Un amor prohibidoA los 14 años, Teresa pierde a su madre y se encomienda a la Virgen. Hasta aquí su vida transcurría normalmente, como era propio de una chica con formación religiosa. Pero era tan normal, que las tentaciones y los simples placeres del mundo la ilusionaron. Se enamoró de un primo suyo, al parecer Pedro Alvarez Cimbrón, pero su padre, don Alonso, se opuso a sus relaciones. Por eso, al casarse su hermana María, Teresa es enclaustrada a su pesar en el monasterio de las agustinas de Nuestra Señora de Gracia. Tiene apenas 16 años. En ese entonces era “enemiguísima de ser monja” y continuó teniendo correspondencia con el primo.


autor: Jorge de las Casas

jueves, 19 de marzo de 2009

Proyección Josefina desde Santa Teresa


Lo que la Santa escribe sobre su personal y particular experiencia josefina, tan sencilla y vitalmente expuesto, tiene una finalidad: proyectarlo en los demás, quiere que todos sean devotos de San José y se encomienden a él. Y lo ha logrado plenamente.
No es posible leer las páginas, en que la Santa describe sus experiencias josefinas y quedarse indiferente. Santa Teresa, cuyas palabras sobre San José caben en muy pocas páginas, se ha convertido en un apóstol de primera magnitud del Santo por la naturalidad, calor y amor con que las escribe. Por lo que escribe del Santo, como exposición de su experiencia sobrenatural y desde la misma, aunque tan breve, entra en el catálogo de los grandes apóstoles josefinos, y por lo que hizo en su obra fundacional. Y esto no sólo para el Carmelo teresiano sino para la Iglesia universal. El P. Gracián en su Josefina cita casi todos los lugares en que la Santa habla de San José. Y, después de él, la mayoría de los autores carmelitas cuando se presenta la ocasión.
Los predicadores del XVII, en gran número, citan las palabras del capítulo 6 de la Vida, alineándola con Gersón e Isidoro de Isolanis. Santa Teresa entra enseguida en el catálogo de los grandes apóstoles y propagadores de la devoción a San José. Podemos aplicar a este aspecto concreto lo que la Santa dice que le prometió el Señor de su primera casita de San José, que "sería una estrella que diese de sí gran resplandor" (V 32,ll). San José de Avila, la casa de San José ha encendido en el cielo de la Iglesia muchas estrellas de devoción y amor al Santo Patriarca, y sigue y seguirá alumbrándolas.


Como dice un autor francés, Lucot: "Los Papas encontraron un auxiliar poderoso para la propagación del culto de nuestro Santo en la célebre Reformadora del Carmelo. Gersón había hecho mucho por él, Teresa hizo mil veces por sí misma, por los religiosos de su Reforma y por las religiosas de su Carmelo. San José le es deudor, sobre todo, de su gloria sobre la tierra.
fuente: ocd.pcn.net

viernes, 13 de marzo de 2009

San José y Santa Teresa de Jesús

La Santa fué gran devota de San José y de él habla...

1- "Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido." (V 6,6).


"Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide".



2.- "Y esto lo han comprobado algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que han comenzado a tenerle devoción, habiendo experimentado esta verdad. " (V 6, 6)

martes, 10 de marzo de 2009

Sobre aquellas palabras "Dilectus Meus Mihi"


Ya toda me entregué y di,

y de tal suerte he trocado,

que es mi Amado para mí,

y yo soy para mi Amado.


Cuando el dulce Cazador

me tiró y dejó rendida,

en los brazos del amor

mi alma quedó caída,

y cobrando nueva vida

de tal manera he trocado,

que es mi Amado para mí,

y yo soy para mi Amado.


Hirióme con una flecha

enherbolada de amor,

y mi alma quedó hecha

una con su Criador;

ya yo no quiero otro amor,

pues a mi Dios me he entregado,

y mi Amado es para mí,

y yo soy para mi amado.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El olor de Santa Teresa...


Sobre la misma santa Teresa dice Sor Mariana de Jesús:

"Después de muerta, esta testigo con otras hermanas estuvieron aquella noche con su cuerpo, y era tan grande la fragancia y buen olor que sentían que no sabe a qué poderlo comparar, porque olía de muchas maneras. Y otro día, cuando la enterraron, sacaron el cuerpo a la iglesia de este convento de Alba, hallándose presente el cabildo de la villa y los frailes franciscanos y mucha gente, llegando todos con grandísima devoción a su cuerpo a besarle, y al hábito como a cuerpo santo, y después de haberle dicho el Oficio, la enterraron en el lugar que tiene entre las dos rejas del coro bajo, en el ataúd, sin echar cal... Y, después de nueve meses, viniendo a este convento fray Jerónimo Gracián..., desenterraron su cuerpo y hallaron los vestidos y el ataúd mohoso y podrido, y el cuerpo tan fresco y entero que parecía estaba corriendo la sangre y no sólo no tenía mal olor, antes muy bueno, el cual estaba sin ninguna corrupción49 .

lunes, 2 de marzo de 2009

Cuando Santa Teresa vivía en Ávila


Ávila vio crecer a santa Teresa. Dentro de sus murallas soñaba ya con compartir con Dios su vida. Allí experimentó el vuelo místico de su alma. Fueron aquellas calles las primeras que recorrió la santa andariega, y ante los catorce conventos que entonces jalonaban la ciudad surgió su idea de reformar la Orden del Carmelo. Ahora, la catedral acoge una nueva edición de Las Edades del Hombre, dedicada a los Testigos de Cristo. En ella, lógicamente, santa Teresa ocupa un lugar destacado. La revista Ars Sacra ha querido rendir especial homenaje a esta doctora de la Iglesia y a su ciudad natal con una colección de cuidados reportajes en los que se analiza la vinculación de la santa con la localidad castellana, y se recrea la vida abulense de la época.


En su persona se aliaba el sentido común de alguien muy cercano a sus prójimos, por natural inclinación de humanidad, con la más alta condición de un espíritu presto al vuelo»: así describe doña Paloma García Picazo, Vicedecana de Investigación y Doctorado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED, a santa Teresa de Ávila, la mística del siglo XVI que supo aunar la oración con su empeño por reformar el Carmelo y recorrer el suelo español fundando conventos.




La revista de arte religioso Ars Sacra ha querido dedicar a la santa y a la ciudad donde despertó al misticismo un número especial, en el que se recogen los valiosos testimonios de monseñor Jesús García Burillo, obispo de Ávila; monseñor Rafael Palmero, obispo de Palencia y Presidente de la Fundación Las Edades del Hombre, y un amplio elenco de eruditos que recorren la vida de la santa en relación con el espacio en que se desarrolló. Dice el padre Juan Bosco San Román, carmelita, que Ávila era «atalaya de Castilla y puerta y cierre del gigantesco muro natural que defiende las comarcas del Duero». En un cuidado reportaje plagado de interesantes datos, el director del Museo de Santa Teresa se retrotrae a la ciudad tal y como era cuando vivió la santa. Recuerda que estaba en todo su esplendor, pues se calcula que, hacia el año 1570, debía de contar con unos 15.000 habitantes, mientras que en el siglo XV eran sólo unos 8.000.


Los nobles empezaron a jalonar las calles de piedra de la colina amurallada con imponentes edificios, donde el castillo y el palacio se unen en perfecta armonía. Las plazas se poblaban de mercados, en los que los judíos conversos, los artesanos de toda suerte y los vendedores de la lana de las ovejas trashumantes compartían los beneficios propios de una próspera localidad. Hoy, son aún muchos los vestigios de aquella Ávila floreciente que vio crecer a la mística de España. No en vano, como explica el carmelita padre Daniel de Pablo Maroto, profesor de Teología e Historia de la espiritualidad en la Universidad Pontificia de Salamanca, «Teresa no sólo nació a la vida en Ávila, sino que en ella se convirtió en mística».


Explica don Andrés Sánchez, Arcediano de la catedral de Ávila, que «el templo que vio la madre Teresa de Jesús no se diferenciaba mucho del actual. La catedral abulense ya estaba construida por completo». De modo que visitar hoy este templo, que recoge durante unos meses la exposición de Las Edades del Hombre, es visitar la casa de Dios que vio santa Teresa. Tanta relación tienen la catedral y la santa que, en la muestra de este año, titulada Testigos, Teresa ocupa un lugar preferencial por su don para transmitir a los demás el Credo de la Iglesia de Cristo que ella, con tanta fuerza y amor de Dios, profesaba.


El Arcediano también cuenta que la santa «pudo admirar [la catedral] casi como la vemos ahora. Santa Teresa visitó con frecuencia este templo, recorrió su interior, admirando su esbelta nave central y su girola, con su escasa luz, con su piedra multicolor. Percibió lo misterioso de este bello y artístico recinto, sintiéndose invitada al recogimiento y a la oración. Teresa contempló, emocionada, los bellísimos sepulcros de obispos, nobles, guerreros y canónigos, que yacen bajo su correspondiente arcosolio».El especial de Ars Sacra dedicado a Ávila concluye con varios reportajes sobre las restauraciones que, recientemente, se han llevado a cabo, como las de las cubiertas, las bóvedas, la portada de los Apóstoles y el ábside de la catedral, o San Francisco de Ávila, convertido en auditorio. El especial es, al fin, un merecido homenaje a la ciudad y a la santa que aumentó su esplendor.


María S. Altaba

jueves, 26 de febrero de 2009

Santa Teresa y la familia...


Una reflexión teresiana sobre la familia, nacida de su propia experiencia, podría dividirse en tres aspectos que para ella eran fundamentales:


1 – Visión trascendente de la familia


La familia, como don de Dios, es fiel reflejo de la familia trinitaria. Sus miembros son verdaderamente ciudadanos del cielo. Esta dimensión no la deben olvidar los padres en ningún momento. Estas son palabras suyas: “¡Oh, Señor, qué gran merced hacéis a los que dais tales padres, que aman tan verdaderamente a sus hijos, que sus estados y mayorazgos y riquezas quieren que los tengan en aquella bienaventuranza que no ha de tener fin!” (Fundaciones, cap. X). A renglón seguido se lamenta de los padres obsesionados por las cosas materiales: “Cosa es de gran lástima, que está en el mundo ya con tanta desventura y ceguedad, que les parece a los padres que está su honra en que no se acabe la memoria de este estiércol de los bienes de este mundo, y que no la haya de que tarde o temprano se ha de acabar; y todo lo que tiene fin, aunque dure, se acaba, y hay que hacer poco caso de ello; y que a costa de los pobres hijos quieran sustentar sus vanidades, y quitar a Dios con mucho atrevimiento las almas que quiere para sí, y a ellas un tan gran bien” (Fundaciones, cap. X). La Santa pide al Señor para que los padres no pierdan nunca la visión trascendente. “Abridles, Dios mía, los ojos; dadles a entender qué es el amor que están obligados a tener a sus hijos, para que no los hagan tanto mal, y no se quejen delante de Dios en aquel juicio final de ellos, adonde, aunque no quieran, entenderán el valor de cada cosa” (Fundaciones, cap. X).


2 – El ejemplo de los padres


Con esta visión trascendente, poniendo los ojos en el Señor, los padres serán un buen modelo para sus hijos. Así lo reconoce ella en sus padres: “El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena” (Vida, cap. I). Primero se fija en su padre: “Era mi padre aficionado a leer buenos libros, y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos” (Vida, cap. I). Luego pone el ejemplo de su madre: “Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de Nuestra Señora y de algunos Santos, comenzó a despertarme de edad. A mi parecer, de seis o siete años. Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud” (Vida, cap. I).


3 – El ejemplo de los amigos


La vida de familia, según la Santa, se gana o se pierde no solamente en el círculo familiar, sino también en el de las amistades. No es indiferente que los hijos tengan buenas o malas compañías. Ella habla, por experiencia, de las malas compañías: “Espantábame algunas veces el daño que hace una mala compañía, y si no hubiera pasado por ello, no lo pudiera creer; en especial en tiempo de mocedad, debe ser mayor el mal que hace. Querría escarmentasen en mí los padres para mirar mucho en esto” (Vida, cap. II). También habla de las buenas compañías: “Por aquí entiendo el gran provecho que hace la buena compañía; y tengo por cierto que, si tratara en aquella edad con personas virtuosas, que estuviera entera en la virtud; porque si en esta edad tuviera quien me enseñara a temer a Dios, fuera tomando fuerzas el alma para no caer” (Vida, cap. II). Al fin se atreve a dar consejo a los padres: “Si yo hubiera de aconsejar, dijera a los padres que en esta edad (adolescencia) tuviesen gran cuenta con las personas que tratan sus hijos; porque aquí está mucho mal, que se va nuestro natural antes a lo peor que a lo mejor” (Vida, cap. I).


No estaría mal comentar estos textos teresianos en la tertulia familiar.

Florentino Gutiérrez. Sacerdote

miércoles, 18 de febrero de 2009

Llegada de Santa Teresa y San Juan a Valladolid


Habían salido de Medina del Campo al atardecer del nueve de agosto pretendiendo recorrer las ocho leguas que la separan de Valladolid durante la noche, al abrigo de la canícula estival.

Fray Juan de la Cruz acababa de terminar sus estudios de teología en la Universidad de Salamanca y se encontraba en Medina como pasante de las clases del convento de Santa Ana.
La madre Teresa de Jesús estaba a la espera de la licencia de sus superiores para fundar el primer convento de la reforma de la Orden carmelitana, y abrigaba la secreta esperanza de que el joven y brillante fraile que la acompaña fuera el iniciador de la reforma del Carmen entre los frailes. Cuando el día de San Lorenzo comienza a clarear llegan a la finca llamada "Río de Olmos", distante unos dos kilómetros de Valladolid, quinta de recreo de la familia Mendoza donada a la Santa por Bernardino de Mendoza y Pimentel, hijo menor de los condes de Rivadavía, para que instalase allí el convento que pensaba fundar.
La Santa encontró el lugar insalubre por su proximidad al río e inadecuado por estar demasiado lejos de la población, lo que suponía una seria dificultad para recibir limosnas, elemento básico en la reforma que había acometido. Nuevas gestiones cerca de la familia de los condes de Rivadavia dieron como resultado la obtención de un nuevo edificio para albergar el primer convento de carmelitas descalzas, que bajo el nombre de Nuestra Señora de la Concepción se ubicaba en el Camino Real, que iba de la Puerta de Santa Clara al río mayor, y que actualmente lleva el nombre de la Santa.
Fue en Valladolid donde Juan de la Cruz tomó el hábito de Descalzos, y de donde partió, en septiembre de 1568 para iniciar la reforma de la Orden del Carmen entre los varones.

lunes, 9 de febrero de 2009

Comentario al Evangelio por Santa Teresa


«Todos los que tocaban el borde de su manto quedaban sanos»


¡Oh verdadero Dios y Señor mío! Gran consuelo es para el alma que le fatiga la soledad de estar ausente de Vos, ver que estáis en todos cabos. Mas cuando la reciedumbre del amor y los grandes ímpetus de esta pena crece, ¿qué aprovecha, Dios mío?, que se turba el entendimiento y se esconde la razón para conocer esta verdad, de manera que no puede entender ni conocer. Sólo se conoce estar apartada de Vos, y ningún remedio admite; porque el corazón que mucho ama no admite consejo ni consuelo, sino del mismo que le llagó; porque de ahí espera que ha de ser remediada su pena.
Cuando Vos queréis, Señor, presto sanáis la herida que habéis dado; antes no hay que esperar salud ni gozo, sino el que se saca de padecer tan bien empleado. ¡Oh verdadero Amador, con cuánta piedad, con cuánta suavidad, con cuánto deleite, con cuánto regalo y con qué grandísimas muestras de amor curáis estas llagas, que con las saetas del mismo amor habéis hecho! ¡Oh Dios mío y descanso de todas las penas, qué desatinada estoy! ¿Cómo podía haber medios humanos que curasen los que ha enfermado el fuego divino? ¿Quién ha de saber hasta dónde llega esta herida, ni de qué procedió, ni cómo se puede aplacar tan penoso y deleitoso tormento?... Con cuánta razón dice la Esposa en los «Cantares»: Mi amado a mí, y yo a mi (11,6), porque semejante amor no es posible comenzarse de cosa tan baja como el mío. Pues si es bajo, Esposo mío, ¿cómo no para en cosa criada hasta llegar a su Criador?

jueves, 5 de febrero de 2009

Alba de Tormes y Teresa


A la izquierda, el reloj conventual que tocó las nueve en el momento
de la muerte de Santa Teresa.

En Alba de Tormes fundó Santa Teresa de Jesús en 1571 el convento de carmelitas descalzas de la Anunciación , y en Alba y en ese convento morirá Teresa en 1582. Desde entonces esta Villa y esta Santa no se explican una sin la otra.


Santa Teresa nace en Ávila en 1515 y muere en Alba de Tormes en 1582. En el convento de calzadas de la Encarnación de Ávila estuvo 27 años, entre 1535 y 1562. San José de Ávila se funda en 1562 y allí permanece cinco años. Entre 1567 y 1582 se sitúa su peregrinar de fundadora. Tenía 52 años y estaba harto achacosa cuando empieza a viajar por Castilla, de convento en

convento. Impresiona la relación de las fundaciones de carmelos reformados, y saber que todas menos -Caravaca y Granada- son obra directa suya: Ávila 1562, Medina del Campo 1567, Malagón 1568, Valladolid 1568, Toledo 1569, Pastrana 1569, Salamanca 1570, Alba de Tormes 1571, Segovia 1574, Beas de Segura 1575, Sevilla 1575, Caravaca 1576, Villanueva de la Jara 1580, Palencia 1581, Soria 1581, Granada 1582 y Burgos 1582. A ellos hay que añadir los dos de frailes en cuya fundación intervino: Duruelo y Pastrana.

La estrecha identificación entre Alba y Teresa se debe a que en este convento muere y está su sepulcro. Un hecho fortuito va a cambiar su último itinerario cuando se disponía a partir desde Valladolid a Ávila, es reclamada para acompañar en el parto a la joven Duquesa de Alba. Así pasará los últimos quince días de su vida en el convento de Alba. El jueves, 4 de octubre, « día de San Francisco, en la anochecida muere Sta. Teresa en una celda conventual, el reloj daba las nueve campanadas». En ese reloj, año tras año, las carmelitas recuerdan el aniversario dando las nueve campanadas. Muere el mismo día de la reforma del calendario de Gregorio XIII, por la que el 4 pasó a ser el 15 de octubre, día en que a las 10 de la mañana, se celebró el funeral en la iglesia recién concluida. Quienes asistieron el día antes al bautizo del nuevo vástago de los Alba, no se perdieron el acontecimiento, por lo que la fama de santidad de Teresa se extendió rápidamente por toda España y los dominios de la Corona.


Fue enterrada entre las dos rejas del coro bajo y comenzó entonces el peregrinar de sus restos, que entre 1585 y 1586 estuvieron algo menos de nueve meses en S. José de Ávila y luego volvieron a la Iglesia de su convento de Alba, donde –como se verá- tampoco pararon de un emplazamiento a otro. Hasta muerta seguía siendo vagamunda e inquieta .
(gracias por la colaboración a nuestra hermanita Inés)

martes, 3 de febrero de 2009

Experiencia teresiana con la Transverberación...


Algunos términos teresianos relacionados con la experiencia de la Transverberación:

Centella:
Oración de quietud: que es como el agua que se saca con "un torno y arcaduces", y es a menos trabajo del hortelano Vida 15,1 (en la alegoría del huerto- con la iluminante agua) Esta centellita, "es la que comienza a encender el gran fuego que echa llamas de sí" (15,4). En la oración de quietud, el alma debe andar "sin ruido", es decir, no "andar con el entendimiento" buscando muchas palabras, que "éstos son unos leños grandes" que "ahogarán esta centella" (15,6). En contraposición a los leños, valen más los sencillos actos de amor, "unas pajitas puestas con humildad que no mucha leña de razones muy doctas" (15,7).

Fuego:
Oración de unión: 4º grado de oración: La centellita de la oración de quietud se convierte en un gran fuego en la oración de unión, "todo me parece una cosa, bien que el alma alguna vez sale de sí misma, a manera de un fuego que está ardiendo y hecho llama, y algunas veces crece este fuego con ímpetu. Esta llama sube muy arriba del fuego, mas no por ello es cosa diferente, sino la misma llama que está en el fuego" (V 18,2). Después, hablando de los efectos de la oración de vuelo de espíritu dirá que son mayores que los de la oración de unión, y toma el tópico del metal fundido por el fuego (V 18,6).

Saeta: (heridas de amor)
A finales de 1565, los ímpetus de amor llegan a darse a tal extremo en Santa Teresa de Jesús que ella exclama:
"verdaderamente me parecía que me arrancaba el alma". Todo el c. 29 de Vida es una declaración de esos ímpetus. Ahora, el fuego se convierte en saeta y en herida de amor. "No ponemos nosotros la leña, sino que parece que hecho ya el fuego- de presto nos echan dentro para que nos quememos. No procura el alma que duela esta llaga de la ausencia del Señor, sino hincan (clavan, fijan, empotran, ensartan), una saeta en lo más vivo de las entrañas y corazón a las veces, que no sabe el alma qué ha (hacer) ni qué quiere. Bien entiende que quiere a Dios" (V 29,10)

Dardo de oro:
Uno de esos ímpetus, la transverberación, es descrito con el simbolismo del fuego y del dardo: "veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla No era grande sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan (deben ser de los que llaman querubines) Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas; al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios" (V 29,13).

Llama:
A punto de concluir el Libro de la Vida, Teresa de Jesús describe la mayor visión de la Humanidad de Cristo que jamás haya tenido, y lo hace con la imagen de la llama: "Vi a la Humanidad sacratísima con más excesiva gloria que jamás la había visto. Representóseme, por una noticia admirable y clara, estar metido en los pechos del Padre. Esto no sabré yo decir cómo es; porque, sin ver, me pareció me vi presente de aquella Divinidad. Quedé tan espantada y de tal manera, que me parece pasaron algunos días que no podía tornar en mí; y siempre me parecía traía presente aquella majestad del Hijo de Dios Es una llama grande, que parece abrasa y aniquila todos los deseos de la vida" (V 38, 17-18).