domingo, 27 de diciembre de 2009

Teresa de Jesús: un modo femenino de acompañar...


-->Teresa tiene que enfrentarse con una experiencia nueva que desborda los límites de su conocimiento. No sabe ni contarla, no tiene referentes para poderla nombrar y reconocer. No cuenta con recursos para diferenciar sus engaños de la verdad de lo que se le está dando a conocer… Ella lo describe así:

"Acaecióme a mí una ignorancia al principio, que no sabía que estaba Dios en todas las cosas, y como me parecía estar tan presente, parecíame imposible. Dejar de creer que estaba allí no podía, por parecerme casi claro había entendido estar allí su misma presencia. Los que no tenían letras me decían que estaba sólo por gracia. Yo no lo podía creer; porque - como digo - parecíame estar presente, y así andaba con pena (V 18, 15)

Tenía yo algunas veces - como he dicho -, aunque con mucha brevedad pasaba, comienzo de lo que ahora diré. Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo - que he dicho - y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en Él. Esto no era manera de visión; creo lo llaman mística teología. Suspende el alma de suerte, que toda parecía estar fuera de sí; ama la voluntad; la memoria me parece está casi perdida; el entendimiento no discurre - a mi parecer - mas no se pierde; mas - como digo - no obra, sino está como espantado de lo mucho que entiende; porque quiere Dios entienda que de aquello que Su Majestad le representa, ninguna cosa entiende." (V 10, 1)


fuente: Teresa de Jesús, un modo femenino de acompañar

sábado, 19 de diciembre de 2009

Últimos momentos...


En la fundación del convento de Burgos, que fue la última, las dificultades no escasearon.


En julio de 1582, cuando el convento estaba ya en marcha, Santa Teresa tenía la intención de retornar a Avila, pero se vio obligada a modificar sus planes para ir a Alba de Tormes a visitar a la duquesa María Henríquez. La Beata Ana de San Bartolomé refiere que el viaje no estuvo bien proyectado y que Santa Teresa se hallaba ya tan débil, que se desmayó en el camino. Una noche sólo pudieron comer unos cuantos higos. Al llegar a Alba de Tormes, la santa tuvo que acostarse inmediatamente.


Tres días más tarde, dijo a la Beata Ana: "Por fin, hija mía, ha llegado la hora de mi muerte". El P. Antonio de Heredia le dio los últimos sacramentos y le preguntó donde quería que la sepultasen. Teresa replicó sencillamente: "¿Tengo que decidirlo yo? ¿Me van a negar aquí un agujero para mi cuerpo?" Cuando el P. de Heredia le llevó el viático, la santa consiguió erguirse en el lecho, y exclamó: "¡Oh, Señor, por fin ha llegado la hora de vernos cara a cara!"


Santa Teresa de Jesús, visiblemente transportada por lo que el Señor le mostraba, murió en brazos de la Beata Ana a las 9 de la noche del 4 de octubre de 1582.
fuente: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant (extracto)

viernes, 11 de diciembre de 2009

Las devociones de Santa Teresa siendo niña


"Hacía limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y así nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios, como que éramos monjas, y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho".

lunes, 7 de diciembre de 2009

Predicando...


"... Iban a predicar a muchos lugares, que están por allí comarcanos sin ninguna doctrina (que por esto también me holgué se hiciese allí la casa; que me dijeron, que no había cerca monasterio), ni de dónde tenerla, que era gran lástima. En tan poco tiempo era tanto el crédito que tenían, que a mí me hizo grandísimo consuelo cuando lo supe. Iban, como digo, a predicar legua y media, dos leguas, descalzos (que entonces no traían alpargatas, que después se las mandaron poner), y con harta nieve y frío; y después que habían predicado y confesado, se tornaban bien tarde a comer a su casa. Con el contento, todo se les hacía poco. De esto de comer tenían muy bastante, porque de los lugares comarcanos los proveían más de lo que habían menester..."


(Santa Teresa de Jesús. El Libro de las Fundaciones. Ediciones del Carmelo)