martes, 16 de diciembre de 2008

Espíritu Misional del Carmelo Teresiano


Resumen de la tradición e historia misionales del Carmelo Teresiano.

1. Desde sus comienzos el Carmelo Teresiano tiene una configuración misional. La carismática Madre Santa Teresa de Jesús (1515-1582) le infundió esa orientación y esa vocación. Recordamos la anécdota de la infancia teresiana. A los 7 años "concertábamos irnos a tierras de moros, pidiendo por amor de Dios, para que allí nos descabezasen" (Vida 1, 5). Así intentó con su hermano Rodrigo "la fuga" de la casa paterna.

Escalando la cumbre de su madurez espiritual, experimentó la gracia de la visión del infierno, rica en consecuencias y resoluciones personales.
Entre la remoción interior que le produjo, anota: "De aquí también gané la grandísima pena que me da las muchas almas que se condenan (de estos luteranos en especial, porque ya eran por el bautismo miembros de la Iglesia), y los ímpetus grandes de aprovechar almas" (Vida 32, 6). De este desasosiego interior arrancó la primera idea de la Reforma del Carmelo (ibid., 10).

Pasando por los vehementes apóstrofes del Camino de Perfección, sobre todo los capítulos 1 y 3, recordemos el texto del libro de las Fundaciones. Es clásica la referencia de la fuerte sacudida interior que le causó la visita del misionero franciscano Alonso Maldonado de Buendía, que venía de las Indias (1566), cuando le "habló de los millones de almas que allí se perdían por falta de doctrina... Yo quedé tan lastimada de la perdición de tantas almas, que no cabía en mí... Clamaba a Nuestro Señor, suplicándole diese remedio cómo yo pudiese algo para ganar alma para su servicio..." (F 1, 7).

En otra ocasión escribía a su hermano Lorenzo de Cepeda en Quito: "Nos juntemos entrambos para procurar más su honra y gloria y algún provecho de las almas, que esto es lo que mucho me lastima, ver tantas perdidas, y esos indios [de América] no me cuestan poco" (Cta. del 17.01.1570).

Teresa de Jesús quedará todavía subyugada por el apostolado de la redención de los cautivos, evocando el caso que había leído en la vida de San Paulino de Nola (cf. Meditaciones sobre los Cantares 3, 4) y de la conversación mantenida con el alcantarino Alonso de Cordovilla (ibid., 8).

Seis meses antes de su muerte tuvo conocimiento de la primera expedición misional de los Carmelitas Descalzos, que zarpó del puerto de Lisboa el 5 de abril de 1582 a tierras africanas del reino cristiano del Congo. El superior provincial, P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, precisa bien que ejecutó este envío "todo con consejo y ayuda de la misma Madre" Teresa de Jesús (Sermón teresiano, 16 BMC 491).

2. Esta determinante impronta misional en la orientación y y desarrollo de la vida de la Orden ha permanecido como línea constante en el Carmelo Teresiano a través de su historia. El ideólogo de la vocación misionera del Carmelo, el calagurritano P. Juan de Jesús María, escribía de los hijos de Santa Teresa: "No satisfacen suficientemente su propósito si se dedican a la contemplación sólo para perfeccionarse a sí mismos, sin aspirar a la conversión de los infieles" (Compendium Vitae B.V. Teresiae a Iesu. Roma, 1609).

Es sintomático, por ejemplo, que el primer decreto del Definitorio General de la Orden en Roma fuera para ejecutar un proyecto misional: la fundación de una Misión en Polonia y de un convento en Sion (Suiza) "para convertir herejes con la ayuda de Dios" (cf. Acta Definitorii Generalis OCD Congregationis S. Eliae (1605-1658). Roma 1985, p. 3). Anecdóticamente hay que recordar que el primer obispo de la familia teresiana fue el misionero P. Juan Tadeo Roldán de San Eliseo (1574-1633), preconizado ordinario de Isfahán (Persia) el 6 de setiembre de 1632.

3. Desde los comienzos se ha mantenido y se ha desarrollado esta tradición misional en el Carmelo de Teresa. Basta recordar a sus figuras más representativas. El primer superior provincial de la nueva Provincia Carmelitana, P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios (1545-1614), y el V. Domingo de Jesús María Ruzola (1559-1630) participaron en la fundación de la Congregación romana de Propaganda Fide (1622). El V. P. Juan de Jesús María, el "Calagurritano" (1564-1615), sistematizó teológicamente la ciencia misional. Al V. P. Tomás Sánchez Dávila de Jesús (1564-1627) se le reconoce como iniciador de la Misionología con su estudio "De Procuranda salute omnium gentium" (Amberes, 1613).

Entre los autores clásicos recordamos todavía - entre otros - al P. Próspero del Espíritu Santo (1583-1653), que recuperó para la Orden la colina del Monte Carmelo en Palestina (1631), al indólogo austríaco P. Paulino de San Bartolomé (1748-1806).

4. La vocación misionera del Carmelo está reflejada actualmente en sus Constituciones, renovadas según la mente del Concilio Vaticano II. El cap. 6 lleva por título "Misión apostólica de la Orden". Leemos así en uno de sus números: "La evangelización de los pueblos... fue siempre con justicia una de las obras predilectas de la Orden. En efecto, nuestra Madre santa Teresa prendió en su familia la llama del celo misional que la abrasaba, y quiso que sus hijos trabajasen también en la actividad misionera. Por eso, - añade - se ha de procurar con desvelo que este entusiasmo misional se mantenga y propague en la Orden, que todos se interesen por la evangelización de los pueblos y que se promocionen las vocaciones misioneras en todas partes..." (Const. y Normas aplicativas de los Hermanos de la OCD. Roma, 1986, nº 94).

La cumbre de la misionariedad carmelitana representa Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897), proclamada el 14 de diciembre de 1927 Patrona universal de las Misiones "al igual que San Francisco Javier" por el Papa Pío XI.

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