martes, 18 de noviembre de 2008

Santa Teresa la grande



Monja andariega y abadesa andante
Que en el servicio de Nuestra Señora
Alanceabas molinos y carneros;
Tú, princesa y fregona y mendicante,
Tú, que sabías acertar la hora
En que Dios fiscaliza los pucheros;
Tú, que después, hablando mano a mano,
Te quedabas con El de sobremesa.


Y era casi tu hermano
Aquel que te llenaba la cabeza
De angelerías y de fundaciones.


Y luego te partías
A predicar canciones y razones
Como jugando a las postrimerías;
Teresa de Jesús, tú que supiste
Sobrellevar el éxtasis y el dardo,
Glorioso el pecho y la mirada triste,
Trémula el alma y el andar gallardo;


Tú, la de la Divina
Paloma que al oído te dictaba
Sus lecciones de amor y de doctrina
Y de consuelo musical, en tanto.


La nube dibujaba
Un atril de marfil para tu canto;
Tú, señora de toda gentileza,
Acógeme a tu abrigo,
Teresa de Jesús, Madre Teresa,
No me dejes estar solo conmigo.



*Ignacio B. Anzoátegui

No hay comentarios: