sábado, 5 de febrero de 2011

El Castillo de Santa Teresa


Hace casi diez años me leí integramente el libro del "Castillo interior" o "Las Moradas", de Santa Teresa de Jesús. Antes me había parecido denso y poco motivador, pero en ese momento, animado por el estudio que hacía de las obras de mi santa fundadora, me entusiasmé y adentré en las páginas de esta obra. Me pareció genial. Llena de intuiciones, espirituales y al mismo tiempo muy humanas. Aunque para el novato su lenguaje pueda parecer enrevesado por arcaico, quien se acostumbra a su lectura acaba inevitablemente disfrutando de sus giros, de su coloquialidad, de su humor y frescura. Teresa suena más moderna que muchos escritores más recientes.

Cuento esto motivado por la compra hoy de un excelente comentario al libro de "Las Moradas" realizado por Tomas Álvarez, gran conocedor de la obra de Teresa, y quien fuera profesor mío en aquel entonces del que les contaba en el párrafo anterior, en la ciudad de Avila, inspiradora obviamente de Teresa para utilizar el símbolo del castillo al hablar de lo interior. Este libro, publicado por la editorial MONTE CARMELO, es un auxilio excelente para quien decida leer un libro que forma parte de la herencia espiritual del occidente cristiano.


Y yo, personalmente, aconsejo aquí y ahora, la lectura de los libros de TERESA DE JESÚS. Es una mujer extraordinaria, que en su tiempo defendió a capa y espada su vocación de orante, de renovadora y de escritora además.

Teresa en este libro del que les hablo nos muestra al ser humano en toda su grandeza, habla de su vocación eterna, de la llamada interior, y utiliza el símbolo del castillo para describirnos un itinerario, el suyo propio, puesto a disposición de sus lectores, para animarles a recorrer el propio camino hacia Dios y la verdad propia. Cuando ella habla de alma y de castillo, está hablando del hombre en cuanto ser humano (hombre y mujer); su libro comienza hablando acerca de nuestra dignidad humana. Nada más parecido a Dios que el hombre; no está hecho sólo a su imagen y semejanza, sino que es capáz de contener a Dios. Y lo dice así:el alma del hombre es como un castillo "todo de diamante y muy claro cristal".

fuente: amigos de Thomás Merton

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