viernes, 17 de diciembre de 2010

Escritora


Teresa escribe porque lo necesita, su obra es intensa. Para ellas y para todas sus Carmelitas escribe el Camino de Perfección. Escribe casi siempre. La noche es su compañera, en el silencio, es cuando los negocios del monasterio le dejan el tiempo libre para contestar cartas, que también es menester. El recorrido por su epistolario es como un coloquio con la Madre Fundadora. Nos cuenta de su estado de salud, de una nueva fundación, de lo linda que anda en la virtud su sobrina Teresita, de todo lo que ha llegado de Sevilla. También utiliza las cartas para su magisterio, que se cuiden las monjas, que a las enfermas se cuide con mucho amor. “Que Dios me la haga muy santa mi hija”. Es ella misma, a corazón abierto, madre, por encima de todo.

Las monjas de San José le hicieron poner por escrito las “pláticas que les daba” y así se gestó el “Camino de Perfección”. De este libro hay dos versiones paralelas, porque la Santa lo redactó dos veces. La primera redacción, sencilla, y espontánea, el programa de una comunidad reformada, más allá de lo institucional y jurídico, se conserva en el Monasterio de El Escorial.
En “Las Fundaciones”, nos cuenta entrañablemente sus andanzas por la geografía española, enamorada de un Dios que le hace caminar.

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