lunes, 11 de enero de 2010

Quijote a lo divino...



Teresa de Jesús, como el Quijote, emprende una aventura en dos sentidos: uno hacia su interioridad y otro hacia lo que la rodea.
Como el Quijote en sus aventuras, Teresa tiene clara la meta a donde pretende llegar: encontrarse con el AMOR en el más profundo centro de su alma. Para llegar
allá, lucha denodadamente contra alimañas, fieras y bichos que le quieren impedir traspasar la puerta de entrada y proseguir el camino; pero Ella con su
determinada determinación y con su entrega total a este ideal, logra coronar la meta y encontrarse con su Dios Amado para desposarse y unirse en matrimonio
espiritual con Él.


Su profunda e íntima experiencia de Dios la lanza a una nueva aventura: la empresa
de fundar “palomarcitos de nuestra Señora” por los caminos de España para
reformar el Carmelo. Y aquí, como hizo el Quijote, una mujer del siglo XVI con todo
en su contra, peleando batallas reales (no imaginarias como las del Quijote), va
sembrando poco a poco las ciudades españolas de monasterios contemplativos
y descalzos.


Teresa y el Quijote tienen como característica la libertad de espíritu: ellos
fueron aguerridos en sus luchas y batallas; en la defensa de sus ideales no
permitieron que nada ni nadie los desviara de su propósito; sin embargo, santa
Teresa siempre fue dócil a su Dios y a la Iglesia consultando y obedeciendo a sus
confesores. Teresa, como el Quijote con Sancho Panza que fue su compañero y amigo,

tuvo siempre en sus andaduras, compañeros y amigos que la apoyaron y

compartieron con ella su aventura espiritual. Pero siempre tuvo claro que su Amigo, el que estaba con ella enseñándola, guiándola y llenándola de Amor era el Dios que tenía en su interior.


Ma. Patricia Fernández E.
Casa Teresiana de Oración, ocd

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