sábado, 30 de abril de 2011


Arraigada en la Biblia, en la Palabra de Dios y en los misterios que celebra la
liturgia, Teresa se convierte en una extraordinaria inductora a la experiencia de Dios, que ella misma ha experimentado. Santa Teresa, pues, escribe desde la experiencia (cf.V 18; ib. 23; C pról.) y para despertar la experiencia en sus lectores: “de lo que no hay experiencia, mal se puede dar razón cierta” (6M 9; cf. C 28). De ahí su interés no sólo 
or explicar y hacer saber, sino ante todo por engolosinar al lector a fin de animarle a
recorrer el mismo camino que ella está haciendo. La experiencia de Dios por gracia
(1544-1554), la experiencia de la persona de Jesucristo (1560) y la experiencia del
misterio trinitario (1571), son los núcleos centrales, en torno a los cuales gira la
espiritualidad teresiana.

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